La FIFA trabaja en dos vías diferentes para hacerse un hueco en el nuevo calendario del fútbol mundial

Mientras las federaciones nacionales deciden de manera autónoma el ritmo de vuelta a la competición en el marco de la peculiar situación de cada país, los organismos internacionales preparan alternativas para encajar sus competiciones en el puzzle del nuevo calendario.

Los meses que nos ha robado el coronavirus obligan a hacer sacrificios a todos los niveles. El impacto económico del parón afecta tanto a las federaciones como a los clubes. Los presupuestos de las federaciones dependen en gran medida de los derechos de televisión y de las taquillas de los partidos internacionales.

La situación ha creado fuertes tensiones a los niveles más altos del fútbol mundial. Nadie ha querido dar su brazo a torcer hasta que la duración de las medidas contra la pandemia ha derribado el dominó de fechas que todos pretendían mantener.

Cuando la FIFA recomendó posponer el parón de selecciones de junio, el que suele cortar la Liga tras sus dos primeras jornadas, la UEFA fue la primera que ha tuvo que dar por hecha la imposibilidad de jugar la Eurocopa. A renglón seguido, llegó la suspensión de la Liga de Naciones de la CONCACAF, que había elegido las mismas fechas para jugar su Final Four.

La distensión animó a la FIFA a colaborar y a renunciar al estreno del nuevo formato de la Copa Mundial de Clubes de 2021, que cedió su hueco para acomodar la nueva Eurocopa.

Pero la capacidad de adaptación de la FIFA no es infinita. En el almanaque anual del fútbol existen unas ventanas de descanso de las competiciones locales para la disputa de la Liga de Naciones y la fase de clasificación para el Mundial de 2022.

Las dificultades para cumplir con estos compromisos se multiplican por su carácter internacional. Las restricciones al tráfico de viajeros en las fronteras son un ejemplo de los obstáculos adicionales que se encuentran los organizadores.

Así, mientras en la base de la pirámide se discute sobre la suspensión de la temporadas o su reanudación en plazos tan cortos como el mes de mayo o junio, la FIFA advierte de que lo más probable es que haya que posponer el parón de la primera semana de septiembre, diseñada para acoger partidos de la Liga de Naciones. Medida que va en consonancia, de paso, con la pesimista visión del jefe médico de la entidad, Michel D’Hooghe, que pidió paciencia a las federaciones en una entrevista en Sky Sports y recomienda que no haya fútbol hasta después del verano.

Una información de The Independent revela las dos hipótesis de trabajo que estudia la FIFA para recuperar estas fechas y encajar los partidos internacionales en las apreturas de las ligas domesticas. Ambas ideas recibirían el apoyo del resto de organismos internacionales, bajo el clima de colaboración que se ha conseguido tras la suspensión de la Copa de Mundo de Clubes.

La primera opción, la más radical, es sumar el parón de septiembre al de noviembre, y crear así una nueva ventana que detendría por completo las competiciones locales durante un prolongado periodo de tiempo.

La segunda idea es exprimir un poco más a los jugadores que los equipos ceden a las escuadras nacionales y añadir un partido más a los cuatro próximos parones FIFA: noviembre 2020, marzo 2021, junio 2021 y septiembre 2021. Las selecciones tendrían que jugar tres partidos, en vez de los dos habituales.

Uno de los partidos que necesita ser reubicado es el debut a domicilio de España en la próxima Nations League. Estaba programado para el próximo 3 de septiembre, nada más y nada menos que ante Alemania, un rival muy presionado por su eliminación en la fase de grupos del Mundial 2018 y el truncado descenso a la categoría B de la Liga de Naciones, del que se salvó por la reforma de la competición.

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